domingo, 11 de mayo de 2008

CUIDADOS CON AMOR




"El niño es como un barro suave donde puedes grabar lo que quieras... pero esas marcas se quedan en la piel... Esas cicatrices se marcan en el corazón... Y no se borran nunca. " Zenaida Bacardi de Argamasilla

PSICOLOGÍA INFANTIL



Se define a la psicologia infantil, como el estudio del comportamiento del niño, desde su etapa del nacimiento hasta su adolescencia. Pasando por distintas etapas, tales como su desarrollo físico, motor, cognitivo, perceptivas, emociones afectivas y sociales. Los profesionales de la psicología infantil, desarrollan en sus tareas; explicar y desarrollar las diferencias, que existen entre los niños, en su comportamiento y en cuanto a su desarrollo.Dentro de su labor, crean y llevan acabo métodos para resolver y prever, problemas emocionales, sociales, afectivos, y muchas veces de aprendizaje, que puedan presentarse en el niño. El método de trabajo, para resolver estos casos muchas veces, es la consulta con la familia y con el niño mismo, a través de terapias individuales o colectivas. Existen dos variables, a las cuales se enfrentan los psicólogos infantiles, en primer lugar, determinar de que manera afectan en el comportamiento del niño, el factor ambiental, como por ejemplo la influencia de sus padres y en segundo lugar; el factor biológico, y como es que estos dos factores se interrelacionan en el comportamiento del niño.

NIÑOS MENTIROSOS


Muchos de los niños mentirosos no tienen problemas graves de conducta, son más o menos serviciales. Otros se muestran deshonestos, agresivos con sus amigos y discuten con los adultos. A pesar de que hay razones individuales para la conducta de cada niño o adolescente, todos se distinguen por una serie de características comunes: - Son niños inseguros y manipulan a los demás para ocultar esta inseguridad. Fingen estar muy interesados en algo, pero no les importa nada. Suelen interpretar el papel de "sabelotodo". Se ríen de la gente y se esfuerzan mucho por causar buena impresión, aún cediendo a la presión de los amigos. Llegan a los peores extremos, con tal de llamar la atención de los demás. Unas veces para que les hagan caso porque necesitan afecto, y otras para poner a prueba a los adultos, comprobando así sus reacciones. - No cumplen nunca con sus obligaciones y son maestros en el "ahora lo hago y nunca llega el momento". Siempre están convenciendo a otros, para que realicen sus tareas por él y no trabajan nunca a no ser que alguien esté a su lado. Por supuesto, no podemos esperar que los niños y adolescentes nos revelen todos sus sentimientos y pensamientos. Los adultos, tampoco lo hacemos. Nos comportamos de una manera en público y de otra en la intimidad. Lo que sucede es que estos niños, cuando toca decir la verdad respecto sus sentimientos, ocultan su verdadera personalidad, incluso ante sus allegados. Como el niño mentiroso ante los demás se considera insignificante, necesita asegurarse de que atrae la atención, por ello provoca situaciones para que se fijen en él. La mayoría de las veces, los adultos no entendemos sus reacciones y eso provoca en él, un resultado negativo. Recordemos que los adultos, a veces presionamos demasiado a los niños y adolescentes, queriendo que sean siempre los mejores en todo. Esta es otra de las causas que les puede inducir al engaño. ¿ Cómo guiar a estos niños mentirosos ?. El niño, después de contar una mentira, debe ver una reacción del adulto para que la próxima vez sea franco. Por ejemplo, preguntándole por qué ha mentido, ya que si no se le dice nada, el niño volverá a repetir este comportamiento. Las explosiones de enfado que a veces tenemos los mayores, producen una reacción contraria; tengamos en cuenta que son niños inseguros, lo que hace que piense que no se espera nada bueno de él, que no sabe hacer nada, etc... Las amenazas que a veces hacemos como "si vuelves a hacerlo...", no les sirve de nada, ya que saben que esta amenaza no va a cumplirse. Entonces su reacción es causarnos más problemas. Los comentarios en público sobre la conducta de estos niños, con el niño delante, son nefastos, ya que llega a pensar que es precisamente eso lo que se espera de él, fomentándole una conducta más negativa, pues piensa que no puede confiar en nosotros e intenta vengarse. Debemos intentar responsabilizar a los niños de su conducta, reaccionando ante cada caso de manera que disminuyan las probabilidades de que el niño vuelva a repetirlo. Recordemos que son mentirosos a veces por miedo a las represalias que podemos tener los adultos ante una actitud de ellos, luego, no modificarán su conducta si los castigamos con severidad. Los niños son personas que están en su mejor momento de aprendizaje y lo captan todo: conceptos, sentimientos, etc... de los adultos que les rodean, eso lo traducen para sus propios valores personales. Como niños, se hacen una serie de preguntas, por ejemplo : ¿me quieren?; y sus respuestas las adaptan a la actitud que con ellos tienen las personas con las que más conviven. Creo que con esto, he explicado un poco la actitud que debemos adoptar con los niños y sus conductas. No obstante, por hacer alguna aclaración más, quiero recordarles que son niños y nos necesitan, que debemos escucharles, oír sus opiniones, felicitarles cuando se lo merezcan, no ser muy severos con ellos, dedicarles un poco de nuestro tiempo, reconocer su buena conducta y cumplimiento cuando se tercie públicamente, cumplir las promesas que les hacemos, no exigirles más de lo que sabemos que no pueden hacer saliendo airosos y sobre todo, darles un abrazo y decirles que les queremos. Esto es lo que realmente más necesitan.

NIÑOS REBELDES


Aunque en nuestra cultura se supone que los niños aceptan la guía de los adultos, casi todos se rebelan de vez en cuando para mostrar su independencia. Sin embargo, unos cuantos parecen estar en constante conflicto con las figuras de autoridad; discuten, aunque aparentemente no haya razón. No saben lo que quiere decir cooperar y son agresivos y competitivos.

Al niño y al adolescente rebeldes, les encanta dirigirlo todo. Para ellos los adultos representan el principal obstáculo para lograr ocupar su posición de mando y desde el principio rechazan su relativa dependencia de ellos. A casi todos los niños les tranquiliza que cuentan con la guía de los adultos, en cambio al niño rebelde, le incomoda.

Mantiene una actitud negativa aunque no le sea útil. Sus expresiones de enojo no desaparecen. Utiliza sus emociones para demostrar su terquedad. No se da cuenta de lo inadecuada que parece su conducta a los demás. Se interesa más en reclamar sus supuestos derechos, que en controlar su actitud negativa. Prefiere competir que cooperar. Competir es emocionante. No se sabe quién ganará, le gusta medir sus habilidades con los demás.

Aunque la competencia exagerada suele transformarse en agresión y ésta puede provocar la insensibilidad a las necesidades de los demás e impedir que advierta los beneficios de cooperar con otras personas. Decide lo que está bien o mal, según las consecuencias de sus actos.

En general los adolescentes que han madurado, distinguen entre lo que está bien y lo que está mal a partir de razonamientos más elevados que los de un adolescente rebelde. Su empecinamiento y egoísmo, les hace ver las cosas sólo desde su punto de vista. Su insistencia en juzgar sus actos por sus consecuencias y no a partir de razones sólidas provoca muchas discusiones entre padres e hijos.

No reacciona bien a medidas de disciplina normales. Como el niño rebelde sólo ve las cosas desde su punto de vista, les da un valor muy `personal a los premios y castigos que recibe. Saben que a las personas mayores les cuesta trabajo comprender su comportamiento, así que aprovechan el descontrol que provocan cuando intentan manipular a los demás.

- Cómo tratar a un niño rebelde.

En la Unidad familiar debe existir un "cabeza de familia". Por cultura, norma social o teorías freudianas, esta figura debería ser representada por el padre, quien para corregir una conducta rebelde del niño debe a su vez, modificar la forma de "ordenar".

Seguramente su hijo ha aprendido a salirse con la suya a pesar de las intimidaciones, críticas, castigos; y sacar provecho de las discusiones y confrontaciones. Los padres tenemos que reconocer que cedemos nuestro propio terreno y acabamos implicados en el de nuestros hijos.

Estos niños saben identificar rápidamente cuando un adulto está descontrolado y con gran habilidad maneja estas situaciones para lograr dominarlo.

La clave siempre reside en el control y en no manifestar las emociones que nos provocan (enfados, chillidos, castigos, etc...). Hay que enseñarles a que sus problemas forman parte de su propia responsabilidad. En cuanto un adulto cambia su actitud ante un niño rebelde, éste se equivoca al pensar que tiene controlada su conducta. Para educar convenientemente a un niño rebelde, debe, como anteriormente he expresado, de responsabilizarse de su comportamiento, hacer que llegue por sí mismo a conclusiones sobre su conducta. Si tratamos de forzarlos a hacer algo, lógicamente fomentamos su reacción contraria. No debemos obligarles a hacer nada, sino darles opciones para que tomen su propia decisión, pero siempre con unas condiciones. Algunos ejemplos: "Si sacas malas notas, harás los deberes antes que nada. Si las notas son buenas, por la tarde haz lo que quieras..." Si llega tarde a casa, la semana siguiente regresará más temprano. Si es puntual, tendrá un horario más flexible. Si se rebela, se irá a su habitación, mientras que si guarda la compostura, podrá expresar libremente sus puntos de vista, etc...

Debemos tener en cuenta que el niño rebelde observa atentamente si sus padres o adultos cumplen o no lo que le dicen. Cuando nosotros no respetamos lo dicho, estos niños evaden su responsabilidad y siguen manteniendo su conducta rebelde. Acordémonos de lo anterior. Las palabras y los actos deben estar en acorde.

Tratar a un niño rebelde suele ser frustrante para los padres, al igual que comunicarse con él. Para esto, la comunicación debe tener dos cualidades:

- Paciencia y

- Oportunidad.

Existen tres sugerencias poder lograr el control de un niño rebelde:

1.- Escuchar, en lugar de intervenir directamente. El niño rebelde necesita que le dejemos expresar todas sus opiniones y emociones, para liberarse de la tensión que guarda dentro. Los adultos podemos ayudarle escuchando atentamente sus reflexiones, independientemente de que estamos o no de acuerdo con ellas.

2.- Predicar con el ejemplo.

3.- Establecer una buena relación antes de cualquier confrontación. Cualquier niño deja guiarse por un adulto y el niño rebelde lo necesita. Si le falta esa guía, su vida puede ser un absoluto fracaso. Por ello, la comunicación debe ser una información útil, es decir, la expresión de una crítica hay que realizarla en el momento oportuno, para que el niño las aprecie constructivamente. Mantener una buena relación es fundamental, e intentar ponernos en su lugar observando la vida desde el punto de vista de ellos.

Cuando el niño siente que el adulto además de comprenderlo lo acepta, entonces aprueba con mayor disposición las críticas, que le servirán para su cambio de actitud.

En resumen; antes de darle consejos para corregirle, hay que escucharle detenidamente.

Si es importante el contacto verbal, igual significación tiene el contacto físico para lograr una buena comunicación, que tanto para el niño como para el adolescente adquiere varios significados. Le da seguridad y sentimiento de que está en presencia de alguien mayor y con más experiencia. La transmisión de afecto muestra disposición a participar de sus experiencias y lograr un vínculo positivo con el niño rebelde.

AGRESIVIDAD INFANTIL

Desarrollo de la personalidad y conducta infantil de niños

PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO

sábado, 10 de mayo de 2008

La autoestima


En una casa con padres de autoestima alta, los hijos observarán que los integrantes de la familia desarrollan su propio potencial, verán los retos como algo cotidiano y natural y los errores se interpretarán como oportunidades de aprendizaje.
La autoestima infantil puede en la mayoría de los casos mejorarse con un control de los padres y de la familia.
En una casa con padres de autoestima alta, los hijos observarán que los integrantes de la familia desarrollan su propio potencial, verán los retos como algo cotidiano y natural y los errores se interpretarán como oportunidades de aprendizaje y no como fracasos que los llenen de culpabilidad. Si a un niño se le corrige con cariño y somos capaces de fundamentar su necesidad, los niños suelen aprender mucho de los fallos, es importante aclarar que para el desarrollo de una buena autoestima son importantes los límites y la disciplina; los límites deben ser precisos, adecuados y claros, los cuales se deben hacer con respeto, firmeza, delicadeza y amor, la disciplina se debe dar de la mejor manera sin necesidad de llegar a que el niño tenga miedo.
En una casa de autoestima baja, los hijos observarán que los integrantes de la familia no se valoran a sí mismos, cada vez que tienen algún problema esperan que otras personas se lo resuelvan, tienen miedo al fracaso. Los niños difícilmente podrán desarrollar su autoestima, debido a que no existirá estimulación en su hogar, siendo éste el principal entorno para elevar su autoestima.
Para una mejor educación del niño, debemos de tener en cuenta
Temperamento del niño.
Intereses.
Destrezas.
Vulnerabilidad.
Mecanismos de Defensa.
Nivel Cognitivo.
Sugerencias para desarrollar la Autoestima infantil
Desarrollar la responsabilidad del niño, darle la oportunidad al niño de participar en el desarrollo de tareas a manera de aprendizaje, en un ambiente cálido, procurando siempre incentivarlo en forma positiva.
Darle la oportunidad para tomar decisiones y resolver pequeños problemas, darle la confianza necesaria para que el niño se desenvuelva sacando a relucir sus capacidades y habilidades.
Reforzar positivamente las conductas, ser claro y concreto por alguna labor que ha realizado el niño, siempre debemos alabar su comportamiento en forma específica. Por ejemplo: si el niño arregló su ropa, le dirás: "Que ordenada dejaste tu ropa, gracias por ayudarme".
Establecer una autodisciplina poniendo límites claros, enseñarle a predecir las consecuencias de su conducta. Por ejemplo se le puede decir que si no ordena sus juguetes después de terminar de jugar no verá televisión, y si no lo hace no se le debe dejar ver televisión aunque sea su programa favorito.
Enseñarles a resolver adecuadamente el conflicto, enseñarles a que deben aprender de sus errores y faltas como algo positivo, que servirá parta que no se vuelva a cometer los mismos errores.
Usar algunas reglas básicas de lenguaje
No usar palabras despectivas cuando se corrija al niño. Por ejemplo: se le puede decir: no me gusta que dejes tus juguetes por todas partes, eso me disgusta. No usar palabras como: eres un cochino, desastre, desordenado, entre otras palabras que pueden llevar a que el niño sienta que es así. Eso contribuiría a disminuir su autoestima.

El Amigo Imaginario


Siete de cada diez chicos tienen algún amiguito imaginario antes de los 7 años
Lo afirma un reciente estudio publicado en los Estados Unidos. Destaca que estos personajes de fantasía son una señal de imaginación fértil y un punto importante en el desarrollo cognitivo y emocional del niño. Padres, a no preocuparse.

“Mamá, Romi tiene hambre”, le dice Tiziano, de cuatro años, a su madre. Parece una charla común y corriente, salvo que Romi es un amigo ¡imaginario!. Muchos padres se preocupan, se incomodan y hasta se enojan cuando sus niños tienen compañeros de mentiritas. Sin embargo, según un reciente estudio publicado en el sitio estadounidense Developmental Psychology, la comunicación de los chicos con estos personajes es señal de una imaginación fértil y un punto importante en el desarrollo cognitivo y emocional del niño. “Es un ensayo general para la vida real, porque se interactúa con todo tipo de personajes y se maneja la resolución de conflictos”, sostiene.

El comportamiento infantil inadecuado (youtube)